TRASFONDO. EL CORAZÓN DE LAS TINIEBLAS

TRASFONDO. EL CORAZÓN DE LAS TINIEBLAS


A lo largo de los años he coleccionado Marines Espaciales de todas las clases, pero existe en mi personalidad una atracción por los grises, una pulsión por los claroscuros morales que me aleja tanto de los personajes marcadamente "buenos" como de los absurdamente malvados. Por este motivo Legiones como los Ultramarines o la Legión Negra me han repelido y he buscado matices de gris, personajes con los que me pudiera sentir identificado.

De entre todas estas legiones y capítulos, los renegados que luchan contra el Imperio pero por motivos idealistas y no por el Caos, siempre fueron mis favoritos. En el trasfondo existen capítulos como los Soul Drinkers, los Knights of Blood o los Relictors que han dado la espalda al Imperio pero luchan por la humanidad, capítulos como los Lamentadores o los Celestial Lions que han sido purgados por el propio Imperio y que aún así morirán defendiéndolo y capítulos como los Hijos de Malice que luchan su propia guerra contra el Imperio y contra la influencia del Caos.

De entre todos estos capítulos destaca la Legión de los Amos de la Noche, antaño la VIII de la Gran Cruzada, formada a partir de la semilla genética de Konrad Curze, su primarca. Los Amos de la Noche son una legión fragmentada, pero por lo general reniegan del Caos y de lo demoníaco, los motivos que llevaron a su caída son más retorcidos que la búsqueda de poder o de venganza. Lo que condujo a los Amos de la Noche a la caída fue un deseo ardiente de Justícia.

Para explicarme voy a poner las referencias literarias que dieron orígen al trasfondo de esta legión tan interesante.

Joseph Conrad fue un escritor ruso de origen polaco, se marchó joven de Rusia para huir de la represión que sufrían los polacos y durante la mayor parte de su vida trabajó en la marina mercante británica, presenciando las atrocidades que durante el siglo XIX se hacían para llevar la civilización a los lugares más oscuros. Conrad desarrolló un amor por la mar y los viajes que le acompañaría el resto de su vida, y que le llevaría a escribir que los hombres del mar sólo se sienten en el hogar con agua en el horizonte.

Una de sus novelas más duras y más famosas es "El corazón de las tinieblas", en esta novela corta, Marlow, su alter ego, es un jóven marino que emprende una aventura comercial en el Congo enviado por una gran compañía de marfil. En el río Congo, al límite mismo de la civilización siente como poco a poco la humanidad se va deslizando hacia la locura, la esclavitud, el hambre y la pobreza están por doquier. Barcos perdidos bombardean la maleza, tribus enteras abandonan sus poblados, los blancos saquean los cementerios de los poblados en busca de marfil, la oscuridad avanza irremisiblemente apoderándose del alma de los hombres blancos. Las bestias de piel negra que habitan en la selva son esclavizadas y torturadas por los blancos hasta convertirlos en parodias de ellos mismos, el hombre negro es subyugado, su sangre es derramada sobre el hierro de sus cadenas.

La oscuridad y la luz son tremendamente importantes, y vamos descubriéndo conforme avanza la novela que la oscuridad es mayor conforme el viaje por las entrañas del Congo continúa, y que acabará por consumirlo todo. Sin embargo entre toda esta locura existen rumores de un hombre brillante, un hombre magnífico y carismático, un enviado de la companía que se internó en el río años atrás y que está enviando más marfil que el resto de expediciones juntas. Este hombre es Kurtz, un hombre con principios morales, que llegó al Congo no con los ojos codiciosos de la mayoría sino con firmes valores cristianos.


Transcurren varios meses de viaje en los que la locura y la oscuridad se imponen. Cuando finalmente Marlow encuentra a Kurtz descrubre algo increíble, aquel hombre es venerado por las tribus como un dios. Ese hombre cristiano e inteligente ha perdido la fe en la humanidad, domina a las tribus y estas le traen el codiciado marfil. En un diálogo angustiosamente existencialista Kurtz le revela a Marlow que la jungla transforma a los hombres, y que la única y verdadera fuerza de la naturaleza es el miedo, EL HORROR.


Ochenta años después veríamos una adaptación de esta novela en una de las grandes obras de cine de la historia. Coppola trasladó a Vietnam la acción, pero la película consigue perfectamente ese tono desasosegante y descorazonador que tenía el libro en Apocalipsis Now.

Esta vez Marlow (Martin Sheen) es un oficial estadounidense que es enviado a buscar a un coronel renegado (Marlon Brando). Lo que encuentra de camino es drogas, guerra y oscuridad. La humanidad despedazándose a sí misma. Esta vez Marlow tiene otra misión, eliminar a Kurtz, pero el hombre que encuentra al final del viaje es carismático. Kurtz es un héroe de guerra, un veterano que ha dirigido operaciones más allá de los límites de la moral y de lo humano, que ha descubierto que en la guerra no existe el bien y el mal, y que el propio Imperio Estadounidense es tan cruel como el Vietcom.

Kurtz forma su propio Imperio en el territorio salvaje, los nativos le adoran, es el dios blanco. Es el hombre sin fe, el ídolo caído, sólo cree que existe una fuerza en el universo; la locura, el miedo, el HORROR.


En el trasfondo de warhammer 40k Konrad Curze (Joseph Conrad + Kurtz) nace en Nostramo (otra  novela de Conrad). Nostramo es un mundo sin luz, un mundo colmena rico en Adamantio, el marfil del milenio 41. Éste mundo está sumido en la criminalidad extrema, las mafias se disputan el control de este recurso y toda la población vive de la violencia , las minas o la prostitución. Toda la población son esclavos de las mafias.

Cuando Konrad crece en este mundo comienza a sembrar las calles de cadáveres de criminales. En este punto podemos encontrar coincidencias entre el Acechante Nocturno y el Caballero Oscuro de Gotham. Konrad asesina en silencio a los líderes de todos los clanes mafiosos y exhibe sus cadáveres como advertencia para los demás, el miedo se convierte en su arma más poderosa. El índice de criminalidad baja al cero absoluto.

Sin embargo Conrad tenía una maldición, entre espasmos epilépticos podía ver el futuro, supo de la llegada del Emperador. Y cuando este llegó le entregó un mundo pacificado y preparado para ser reintegrado al Imperio.

Los Astartes de su legión surgieron de las colmenas que habían servido de prisión en Terra a los criminales, eran los hijos de los condenados, niños albinos y sombríos que se habían criado en una oscuridad total. Nostramo también envió a sus propios hijos, y las dos partes de la legión se integraron mejor que ninguna otra, todos compartían una herencia de dolor y esclavitud.

Conrad marchó a enfrentarse a los Xenos en la Gran Cruzada, llevándose a su legión con él. Sin embargo el mundo que había pacificado volvió a caer en la anarquía y las mafias en cuanto se fue. Los astartes que llegaban de Nostramo eran criminales; violadores, asesinos. La legión comenzó a pudrirse desde dentro.

Las tácticas de la legión era despiadas, la VIII era enviado para mandar un solo mensaje, "Rendíos o morir bajo terribles sufrimientos". La Legión de los Amos de la Noche eran los Castigadores, se enviaban contra los peores monstruos a los que se enfrentaba el Imperio, aquellos que antes de ser aniquilados deben ser torturados y servir de ejemplo. La VIII tenía un rígido concepto de la justícia, ellos eran los monstruos que el Emperador necesitaba para enfrentarse a otros monstruos, eran la bestia contra la bestia, eran el mal necesario, eran la justícia final y el miedo era su mejor arma.

Conforme los años se sucedieron la legión se seguía pudriendo y al primarca le atormentaban sus visiones, el propio Conrad era retorcidamente consciente de lo que estaba haciendo en nombre del Imperio, y al igual que ocurriera con Kurtz en el Corazón de las Tinieblas, Conrad perdió la cordura.

Conrad se unió a Horus no para adoración de los dioses del Caos, sino para acabar con el Imperio que le había creado y que le había llevado a hacer todo lo que había hecho. Su primer golpe fue contra su propio hogar, llevándo la justícia a Nostramo. La flota de la VIII legión bombardeó el núcleo del planeta y despedazó el mundo, cortando el mal que corrompía su legión de raíz.

Después la VIII se unió a la masacre de Istvaan V, para entonces Curze ya estaba totalmente loco. Capturó y torturó a Vulkan, después se enfrentó a los Ángeles Oscuros en Thramas mientras el resto de legiones libraban cada una su guerra.

Conrad estableció su legión en Tsagualsa, allí construyó el Palacio de los Gritos, dónde exhibió sus trofeos humanos. Conrad se sentó a esperar su destino, a espero la muerte a manos de M sheen, una asesina callidus enviada a matarle. Conrad sabía que vendría y dió la orden de que se le dejara pasar.

Las últimas palabras de Conrad antes de dejar que le mataran fueron "La muerte no es nada comparada con la razón". Con esta enigmática frase quiso decir que el asesino que habían enviado no era distinto de él mismo, y que el Imperio al eliminarle acababa con la violencia con el monstruo que el propio Emperador había creado. Conrad se sentía esclavo de su destino y atormentado por sus actos, la muerte fue una liberación, una cuchillada al corazón del Emperador, para que sintiera que entre Konrad y el propio Emperador no habían diferencias, que ambos hacía tiempo que habían perdido la humanidad.

La Legión se disgregó tras su muerte, algunos se unieron al Caos, otros combatieron contra todo aquel que se encotraron, unos pocos mantuvieron los ideales de justícia del Primarca en sus primeros días. Para estos legionarios el miedo es el arma más poderosa, y el fin siempre justifica los medios, la VIII legión son los peores monstruos que el Emperador soñó y creó, no puede culparse a una bestia por seguir su naturaleza.







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2 comentarios

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Dagurasu
admin
22 de julio de 2015, 9:53 ×

Respecto a Konrad siempre me gusto la teoria de que Sanguinius veia las mejores posibilidades del futuro, lo mas brillante y konrad solo las peores posibilidades. Siendo WH40000 no es de extrañar que acabase tan mal. Tambien ahi que preguntarse cuanto de esas visiones fue un trabajo de los dioses del caos. Pero eso es algo que preguntarse en el caso de todos los primarcas.
Tambien esta el hecho de ser un extremista incluso para las normal extremistas de su universo que ya es mucho decir, pero para bien o para mal tubo su moral y etica y fue con ella hasta el final. Aunque nunca penso en intentar construir algo mejor de las ruinas del imperio, nunca fue de los que crean o construye. Por otro lado casi todos los primarcas eran asi.
Debo decir que siempre vi el dejarse matar como la justificación final que se dio asi mismo de estar en lo correcto, Si el Imperio estaba recurriendo a tales actos entonces se demostraba, aunque fuera solo para si mismo y solo a el importase que tenia razon y para Konrad eso bien valia la pena morir.
Si tubiera que poner una contraparte leal a Konrad seria Sanguinius, al igual que Konrad vio el futuro, y crecio en un sitio infernal (aunque uno muy iluminado), y a pesar de todo, incluso cuando sabia que iba amorir su fe en la humanidad se mantubo intacta y sin tacha y creyo que en la humanidad hasta el final mismo.

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23 de julio de 2015, 12:59 ×

Muchas gracias por el comentario, es muy interesante el paralelismo entre estos dos primarcas. Yo creo que ambos nacen de un mismo arquetipo, el monstruo del romanticismo. Ambos comparten gran parte de la simbología del Vampiro, tal y como lo veían Le Fanu, Polidori o Stoker. Ambos son seres malditos, trágicos, nobles en su caída, bellos en cierto modo. Sin embargo en última instancia, como bien dices, es la fe en la humanidad lo que les separa.

Sanguinius pese a saber lo que le depara el futuro se sacrifica porque conserva la fe en el hombre y en el Emperador, quizás esta sea la característica esencial que diferencia a un héroe de un villano.

También veo en su martirio paralelismos, ambos sabían que iban a morir y ambos se enfrentan a su destino con entereza. Pero sí que es cierto que Konrad buscaba una suerte de victoria moral, un acto final de reivindación.

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